Hoy os traemos un interesantísimo clásico, un coche con una enorme personalidad y notables prestaciones, pero que es un auténtico desconocido para el gran público. Se trata del Volvo 244 Turbo, la versión más deportiva de la gama 240/260 del fabricante sueco. En su momento, los 244/245 Turbo les quitaban las pegatinas a la mayor parte de las berlinas de principios de los 80. Unos auténticos tanques con capacidad para volar a 200 Km/h.
Volvo 240, un coche que salvaba vidas.
Presentada en el verano de 1974, la gama 240/260 de Volvo era una magnífica berlina de 4.8 metros que destacaba por su fiabilidad y por su excepcional seguridad pasiva. En esa época tan solo Mercedes-Benz podía competir en ese aspecto con el fabricante sueco.
Porque ya a mediados de los 70 incorporaba, entre otros elementos, zonas de deformación programada y barras de protección lateral en las puertas, Ante un fuerte accidente de tráfico de importancia, un Volvo 240/260 podía salvar tu vida. En coches de la competencia, más te valía tener en orden tus cuentas con el Altísimo. Tal era la diferencia frente a la competencia, que la NHTSA norteamericana puso a este coche como referencia en protección para los ocupantes.
La marca trató de aprovechar comercialmente su ventaja en seguridad, diseñando sus coches con formas exageradamente cuadradas. Los Volvo eran seguros y debían parecerlo. Pero la serie 200 de Volvo tenía otras muchas cualidades como eran la amplitud, el silencio de marcha o un interior realizado con buenos materiales. Y eso gustaba mucho a su clientela.
Su gama de motores era bastante completa, su robustez era absoluta y sus prestaciones estaban en línea con la competencia. Pero su imagen de coche con aspecto de caja de zapatos provocaba la huida de los clientes que buscaban una berlina de bonito diseño o de corte deportivo. Para mucha gente, un ladrillo sueco no podía ser ni atractivo, ni rápido o deportivo.
Volvo se encargó de demostrar que se equivocaban. Porque en 1980 presentaron los 244 (versión berlina de 4 puertas) y 245 (ranchera) Turbo, las versiones más deportivas del modelo.
Tanque con un toque deportivo en su diseño
Para desarrollar esta versión, se tomó como base el 244 con equipamiento GLT, el acabado más completo y deportivo de la gama. Así, vemos como tanto los contornos de las ventanas como las molduras de las puertas van en negro mate, en contraste con la pintura metalizada brillante del resto de la carrocería.
El frontal estaba presidido por dos enormes faros cuadrados separados por una gran parrilla de color negro, sobre la que contrastaba el antiguo símbolo de Volvo y la palabra Turbo en cromado.
Las llantas son de 15 pulgadas, van montadas en unos neumáticos de 195 mm de anchura y 60 de perfil y tienen un precioso diseño. Y en la parte trasera, llaman los pilotos heredados de las versiones de 6 cilindros, el voluminoso paragolpes y los logos identificadores del modelo.
¿Les quedó un coche bonito? La verdad es que no, pero sí un coche con mucha personalidad, de poderoso aspecto…y en cierta manera deportivo. A las formas cuadradas de la carrocería le sentaban de cine todos esos detalles en negro mate y las preciosas llantas. Se intuye que estamos ante una versión “especial” de un coche “de los buenos”.
Interior de berlina de lujo
En el interior, nos encontramos ante un salpicadero robusto, de formas rectangulares y realizado en materiales de calidad. No llegaba a los niveles de los Mercedes de la época ni a la precisión de sus mandos, pero está a gran nivel. La tapicería de cuero que se ofrecía en opción en la época era de gran calidad, el equipo de sonido era estupendo y todo lo que uno ve y puede tocar, gusta.
El espacio interior es grande, la comodidad de los asientos es excelsa y el equipamiento es completo. El volante es voluminoso y la palanca de cambios también viene forrada en cuero. Llaman nuestra atención los cuatro relojes auxiliares de la instrumentación, mediante los que se controla la presión del turbo, la presión del aceite, la carga de la batería y la hora.
Los mandos de la calefacción y el aire acondicionado son un tanto rudimentarios, pero tienen pinta de que no se estropearán en la vida. Y la potencia de ambos sistemas es excepcional. Es un coche hecho para durar, y eso se nota. No hay florituras como en sus rivales alemanes, pero sanes que este Volvo nunca te va a fallar.
El corazón de la bestia
Para mover esta versión, Volvo desarrolló una versión del motor B21 de cuatro cilindros de 2.150 cc. A este bloque, conocido popularmente como Red Block por ir parcialmente pintado en color rojo, se le añadió un sistema de inyección K-Jetronic y un turbocompresor Garret TB-03 soplando a 0,67 bares de presión máxima.
No se buscó homologar unas cifras de potencia y par desorbitados, si no un motor potente en toda la gama del cuentavueltas. Y casi lo lograron. Hasta las 2.500 revoluciones hay poca chicha, pero a partir de ese régimen este motor pega un patadón contundente y constante, lo que es muy meritorio teniendo en cuenta que estamos hablando de uno de los primeros motores Turbo de calle. La potencia final es de 155 CV, obtenidos a 5.500 rpm y el par máximo es de 240 Nm.
Estas cifras no son nada del otro mundo en 2024, pero en 1980 eran brillantes para mover un coche de unos 1.350 Kg de peso aprox. La aceleración de 0 a 100 era inferior a 9 segundos y la velocidad máxima rozaba los 200 Km/h. A la salida de un semáforo, se fundía a casi toda la competencia y sólo la pésima aerodinámica del modelo le impedía brillar en velocidad.
El consumo depende mucho del uso del coche. Se puede sacar cifras medias de unos 10 litros en condiciones de poca carga, pero si le pisa con contundencia este Volvo te puede convertir en socio preferente de Repsol.
La caja de cambios es de cuatro velocidades más overdrive por botón para la quinta velocidad. El tacto es agradable y sus recorridos correctos. Los desarrollos de la misma están bien ajustados en las cuatro primeras marchas, y el overdrive funciona muy bien. Pero el desarrollo de esta quinta velocidad queda muy largo para tratar de mejorar el aparrado de los consumos, pero penaliza las recuperaciones. Mejor reducir a cuarta para conseguir mejor respuesta.
Un bastidor que permite jugar
Con un motor pletórico de fuerza en casi cualquier circunstancia, este Volvo dispone de dos magníficas ayudas para poder divertirse conduciendo. Una de ellas es la tracción trasera y otra el diferencial autoblocante ofrecido en opción. Con estos dos elementos, y un tarado de suspensiones muy acertado, el agrado de conducción es elevado.
En curvas cerradas y marchas cortas, no es difícil sacar la trasera a pasear mientras corregimos este “atrevimiento” con un sencillo contravolante. El comportamiento es noble, pasando de subvirador a sobrevirador a base de gas y algo de maña. No es un BMW de los buenos, pero permite ciertas alegrías. El eje rígido es un problema en firmes bacheados y en lluvia. En seco, va muy bien.
Por último, el sistema de frenos, que es brillante. Tiene doble circuito, discos ventilados delante de 280 mm y discos macizos de 263 mm detrás. La potencia de frenada es notable y el ABS está bien tarado.
Un Volvo para comprar
Sin duda, es un coche para comprar: es tracción trasera, tiene potencia más que suficiente para el peso del coche y es un coche muy agradable de conducir. Es plenamente usable tanto para viajar como coche de diario, si nos abstraemos del tema del consumo. Si te gusta su peculiar estética de caja de zapatos y encuentras una unidad bien tratada, cómpratelo. Lo malo es que no están baratos porque es difícil encontrar unidades a la venta y se cotizan bastante.