A mediados de los 80, en España se respiraba optimismo. Se disfrutaba de un crecimiento económico importante y a nivel internacional nuestro país comenzaba a recuperar su prestigio. En 1982 se había entrado en la OTAN y en 1985 se ingresaba en la Comunidad Económica Europea.

A nivel automovilístico, SEAT había salido de forma traumática del paraguas de FIAT y había esquivado su desaparición con el lanzamiento en solitario de la primera generación del Ibiza en 1984. Este pequeño compacto de 3,6 m de longitud tenía un impresionante pedigrí al alcance de muy pocos: su diseño era obra del afamado Giugaro, de parte de su desarrollo se había encargado Karmann y sus motores eran obra de Porsche.
Con estos padres tan guapos, el niño resultó ser un bombón. Y causó furor en nuestro país. Frente a rivales tan contrastados como Citroën AX, Peugeot 205, Renault 5 o Ford Fiesta, el Ibiza se defendía perfectamente con muchos y buenos argumentos: una atractiva estética, una magnífica habitabilidad, un buen nivel de confort o sus modernas motorizaciones.

No obstante, a la gama le faltaba una variante deportiva que se batiera el cobre con los Fiesta XR2, Corsa GSI, R-5 GT Turbo o Fiat Uno Turbo. Un coche que emocionase y le pusiera picante al Ibiza. Y de esa necesidad nace nuestro protagonista de hoy, el Ibiza SXI. Una versión que aprovechaba todas las cualidades del compacto de SEAT y las complementaba con una marcada deportividad. Y lo hacía, además, a un precio realmente contenido.

Diseño exterior: lo mejor del coche
La atractiva carrocería del Ibiza, otra genialidad de Giugiaro, sin duda gustaba a todo el mundo. Las malas lenguas dicen que el italiano aprovechó parte del diseño que hizo para el Golf Mk2 (y que VW había desechado), para dar a luz el Ibiza. Sea como fuere, el caso es que le quedó un coche muy bonito. Y SEAT no tuvo que hacer grandes cambios para hacer del SXI un pequeño deportivo tremendamente atractivo.
 
El frontal incorporaba una parrilla pintada en el color de la carrocería y el paragolpes delantero ganó presencia al rediseñarse para alojar unos preciosos faros antiniebla de color amarillo. Además, dos tiras de plástico de color rojo recorrían la parte inferior del mismo.

Por su parte, los pasos de rueda fueron ensanchados con piezas de plástico negro y encontraban continuidad en las molduras inferiores de las puertas (también en negro y con doble tira de plástico rojo). Las llantas de aleación de 14 pulgadas tenían un elegante diseño multiradio, que combinaba el color plata de los brazos con el color negro del centro y los laterales.

Para terminar con el apartado estético, se colocaba un alerón sobre la parte superior de la luna trasera y otro de goma sobre la base de la misma. El paragolpes trasero también tenía una doble tira de plástico rojo, y por debajo del mismo asomaba un escape de buen tamaño. Los logos SXI por aquí y allá complementaban un trabajo ciertamente brillante en lo visual.

Peculiar puesto de conducción
En el interior, también se trabajó a fondo en este SXI. Los asientos delanteros eran más envolventes que los de serie y disponían de una tapicería de diseño deportivo. El salpicadero y las puertas también incorporaban detalles en color rojo y el volante de dos radios tenía el logo de SEAT en ese mismo color.
La instrumentación añadía alguna línea extra en rojo y tenía un velocímetro central, cuentarrevoluciones en la parte izquierda, y termómetros de aceite y líquido refrigerante y nivel de gasolina en la parte derecha.

El salpicadero era el mismo que el del resto de los Ibiza, con una colocación de los mandos realmente peculiar: palanca de intermitentes de original diseño en la izquierda, y satélites de luces a la parte derecha. El volante, de dos brazos cortos y colocados muy bajos, dejaba hueco a una serie de botones de gran tamaño colocados en la caña de dirección.

El resto de mandos tenía una disposición más habitual, en un interior cuya calidad de plásticos mejorable. El coche era muy barato y no se podían hacer milagros. Sin embargo, estos grandes botones transmitían solidez, y el paso de los años ha tratado bien al interior de este Ibiza.

La postura de conducción era uno de los grandes defectos de este coche. El problema estaba en la posición del volante, que iba colocado en una posición demasiado horizontal. No ayuda precisamente a su manejo la ausencia de dirección asistida, con lo que las maniobras de aparcamiento se complicaban.

Por el contrario, la palanca de cambios quedaba cerca del volante y sus recorridos eran cortos, sus inserciones precisas y el tacto era correcto. Fallaba que el pomo de la misma era de plástico, algo imperdonable en cualquier deportivo aunque fuera de precio reducido. Los pedales estaban situados ligeramente hacia la derecha y permitían hacer el punta-tacón con comodidad.

Motor System Porsche
Y llegamos al corazón de este SXI, que lucía orgulloso la leyenda “System Porsche”: un cuatro cilindros de 1.5 litros que, en sus hermanos de carburador, daba 85 CV. Para esta versión, Seat incorporó a esta mecánica una inyección electrónica de origen Bosch denominada LE-2 Jetronic. Gracias a ella y a la necesaria puesta a punto, el coche entregaba 100 CV y un par motor de 13 Mkg. a 4700 rpm.

Como resultado teníamos una mecánica muy alegre, muy llena en toda la gama de revoluciones y que encima tenía un sonido muy deportivo. La velocidad máxima era de 185 Km/h y la aceleración de 0/100 Km/h la hacía en 10,8 s. Sus registros quedaban lejos de los de la de los cocos del segmento (Fiat Uno Turbo o R-5 GTT), pero a cambio era muy fiable, consumía bastante menos que ellos y al ser atmosférico su respuesta al acelerador era más inmediata. Además, el sonido del motor es deportivo y se hace mucho más presente que sus rivales turboalimentados.

En cuanto a su comportamiento dinámico, el SXI brillaba en autovías y en curvas rápidas, donde el coche demostraba un gran aplomo. La potencia del motor y unos desarrollos no excesivamente largos permitían viajar a muy buen ritmo.

En carreteras ratoneras tenía un comportamiento noble, pero menos ágil que algunos rivales. Aquí su mayor peso y el usar la plataforma del Ronda (suspensión trasera con ballestas) le penalizaban un poco. No obstante, era un coche muy seguro.

Por todo lo anterior, el Ibiza SXI era un coche muy deseado. Era muy pintón, tenía una habitabilidad interior enorme y un motor francamente brillante. Sus prestaciones eran buenas y las sensaciones que transmitía a su propietario eran muy satisfactorias. Era barato y defendía el orgullo patrio con brillantez.

A día de hoy, es un clásico muy recomendable. Con el paso de los años, ha ganado en atractivo como los buenos vinos. Es asequible por precio y mantenimiento, ideal para darte unos deportivos paseos domingueros y no tiene problemas de fiabilidad importantes. Su motor de inyección te admite usarlo incluso como coche de diario, donde la legislación te lo permita. Y además, en su motor pone PORSCHE. ¿Qué más quieres?

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