Hay coches cuyo atractivo permanece invariado con el paso del tiempo, como el Fiat Multipla de 1998, que se ve a día de hoy tan feo como cuando salió. No es el caso del SEAT 124, un modelo que nació hace más de cincuenta años (1968) y cuyo encanto no hace más que aumentar. Hoy os traemos con orgullo la prueba de una de sus versiones más especiales, la FL40/45 de la segunda serie del modelo dotado del fantástico bialbero de 1.600 c.c. Una auténtica maravilla.
Berlina cuadrada y deportiva
A nivel estético, la cuadrada carrocería del 124 que en 1978 (año en el que se lanzaba esta versión) comenzaba a verse anticuada tras diez años en el mercado, hoy se ve atemporal y tremendamente atractiva. El diseño original, obra de Oscar Montabone, tenía la aerodinámica de un ladrillo gigante, pero resultaba francamente proporcionado y elegante.
Lo realmente genial de la carrocería del 124 es que, con dos detalles, pasa a verse como una berlina sumamente deportiva. En el caso de la unidad que probamos en el día de hoy, las dos modificaciones que se han realizado son la instalación de unos vinilos laterales de color negro con la leyenda “1600”, y la sustitución de las bonitas llantas originales por unas espectaculares llantas Targa pulidas. Estos dos detalles refuerzan visualmente la escasa altura de la carrocería y terminan por redondear un diseño brillante.
Interior clásico y poco equipado
El interior del 124 es cómodo y amplio, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos hablando de un coche de apenas 4 metros de longitud. El equipamiento que incorpora es bastante escaso, pero los asientos delanteros son muy cómodos, disponen de un buen mullido y su tapicería tiene un tacto muy agradable.
En la parte trasera el panorama es también muy positivo, con un banco trasero diseñado para transportar a tres personas. El túnel de transmisión no molesta demasiado al tercer pasajero, y su respaldo es tan bueno como como el de sus compañeros. Eso sí, los tres se quejarán de no disponer de apoyacabezas, elemento considerado de poca importancia para los diseñadores de esa época.
Comienzan las sensaciones
El conductor tiene a su disposición un más que correcto puesto de conducción, presidido por un volante de enormes dimensiones de bonito diseño y una instrumentación formada por dos preciosos relojes Veglia Bressel para velocímetro y cuentarrevoluciones, que además alojan los indicadores de gasolina y temperatura del líquido refrigerante y los testigos habituales.
El salpicadero tiene un diseño sencillo y discreto y está rematado en plásticos de calidad bastante justa. El remate de los distintos elementos es mejorable, pero en cambio cada mando o palanca tiene un cuidado aspecto. Los aireadores, los relojes auxiliares o los mandos de la calefacción tienen acabados cromados que crean un bonito contraste con el negro del salpicadero.
Los pedales, como en tantos vehículos de la época, están desplazados hacia la derecha, pero no resultan difíciles de manejar. La palanca del cambio queda bastante a mano y el resto de mandos para luces e intermitentes están bien situados a ambos lados del volante.
Un motor espectacular
Giramos la llave de contacto y el coche cobra vida. El motor se apodera del habitáculo y de nuestro sistema nervioso, trabajando a partir de ese momento casi en perfecta simbiosis con su afortunado conductor.
Metemos primera y el coche sale con fuerza, mientras el escape comienza a subir los decibelios de su sensacional melodía. Pasamos a segunda marcha y el empuje del motor sigue siendo notable. La dirección no es asistida, pero eso no supone un problema una vez que nos hemos puesto en movimiento.
Llegamos a tercera, subimos de régimen el motor y sigue mostrando una garra muy notable. Recordemos que estamos ante un cuatro cilindros de apenas 1.600 cc y 90 CV, pero que a tenor de cómo empuja parecen muchos más. Con doble árbol de levas en culata y alimentado por un carburador Webber perfectamente afinado, este “bialbero” da todo tipo de satisfacciones.
Las prestaciones son modestas a día de hoy, pero no son los números si no la forma en que se entregan los 90 CV y los 12,4 mkg de par máximo lo que llama la atención. Lógicamente los desarrollos del cambio están muy ajustados y el comedido peso del coche ayuda, pero el motor se deja todo con ganas y emociona.
Tracción trasera “de vedad”
Circulando por una carretera comarcal, extasiados por el sonido de motor y escape, comenzamos a apreciar las bondades del bastidor del coche. Es un tracción trasera y te lo hace notar desde la primera curva, porque te ayuda a redondear tu trazada como sólo un buen propulsión puede hacer.
Llegados a una pequeña carretera de montaña, se subliman las sensaciones. Reduces a segunda, giras y aceleras sin contemplaciones. El motor responde, el escape ruge con fuerza y la trasera hace girar el 124 con rapidez. Subes el motor hasta 5.000 vueltas y pasas de nuevo a tercera, mientras comienzas a sonreír por puro disfrute.
Sigues haciendo curvas y piensas cómo mejoraría el coche con una dirección de cremallera algo más precisa y con un volante más pequeño y de mejor agarre. Bajando el tramo que subiste ves que el 124 frena bien, pero no es el aspecto donde más destaque.
Y es cuando te das cuenta de que estás circulando a un elevado ritmo, que estás disfrutando como un niño y de que son nimiedades en un coche sensacional, que fue diseñado casi 60 años antes. Sales de la zona de curvas, bajas el ritmo, metes quinta y disfrutas del paseo de vuelta, mientras te planteas si tienes cuartos para comprarte uno de éstos. Porque lo que te da el 124 no te lo puede dar un coche moderno: disfrute y sensaciones hasta para ir a por el pan.
Y llega el triste momento de devolver la máquina a su afortunado propietario, que esboza una sonrisa cuando te ve bajarte de su coche. Antes de que digas una sola palabra, él ya sabe lo bien que te lo has pasado conduciendo su coche, porque es lo que le pasa a él mismo cuando lo coge los fines de semana.
El 124 en una buena berlina, que en sus variantes más deportivas como este FL40/45 o superiores es un coche superrecomendable para quien quiera disfrutar conduciendo. Su cotización no es elevada, hay multitud de recambios y clubes de propietarios que te ayudarán encantados a dejar tu futuro 124 en perfecto estado de revista. El plan perfecto para un amante de los clásicos.