Renault 9 TXE

 

Hoy viajamos hasta 1988, gracias a una máquina del tiempo de “Rinol”. Amigos imberbes ¿Qué pasaba ese año en el mundo? En 1988 se celebraron los Juegos Olímpicos en Seúl, U2 sacó su mítico álbum Joshua Tree y en los Oscar la gran ganadora era Rain Man (ganó cuatro estatuillas)

En España gobernando Felipe González hubo una huelga general, Pedro Delgado (Perico para los amigos y televidentes) ganó el Tour de Francia, y Mujeres al borde de un Ataque de Nervios arrasó dentro del cine patrio.

En ese año el padre de familia medio aspiraba, en España y en Europa, a una buena berlina de tres volúmenes. Si tenía dinero, dentro de Renault tenía como opción preferida el Renault 21, que había salido en 1986 y era un auténtico éxito. Pero si no tenía cuartos o si prefería una opción más económica, tenía el 9 en su punto de mira.

Lo cierto es que en 1988 el R-9 ya tenía unos cuantos años a sus espaldas. Presentado en 1981 y comenzado a fabricar en España dos años más tarde, el modelo francés en el 88 era un maduro ligón viviendo sus últimos días de gloria. Para que siguiera dando la talla en la cama de las berlinas medias, Renault sometió al modelo a un profundo restyling.

Precisamente la unidad que probamos hoy, es un Fase II de 1988. Como no nos andamos con medianías, la versión catada es una TXE de cinco velocidades. Estéticamente, el coche había rejuvenecido gracias a un frontal completamente nuevo y a unos pilotos traseros oscurecidos. Además, a esta unidad se le añadió posteriormente las llantas del R-11 Turbo. Toda esta cirugía estética buscaba que el 9 se pareciera un poco al R-21 Turbo, que ganara deportividad y que se actualizara.

Cogemos la llave (cuyo mando falla más que una escopeta de feria) y nos metemos en el interior. El R-9 TXE nos recibe con un interior que también había sido actualizado, pero que seguía teniendo las mismas virtudes y defectos de siempre.

Entre lo bueno, muchas cosas. Empezando por la amplitud interior, el diseño de los asientos delanteros y su comodidad inicial. Sin duda, mi aspecto preferido es el tacto y el diseño del volante, que es el mismo que el del R-11 Turbo. Otra licencia que se ha tomado el propietario de esta unidad. Me gusta mucho la completa y muy legible instrumentación, que te permite controlar diferentes parámetros del motor de un vistazo.

El diseño del salpicadero es bonito, y original. En cuanto lo ves, sabes que estás sentado en un Renault. Como en otros modelos de la marca de esta época, cada mando tiene un diseño elaborado y propio de la marca francesa. Nada de botones prestados de otras marcas del grupo, como pasa ahora con muchos coches de otras marcas.

En el lado oscuro encontramos que los plásticos que forman el salpicadero y los paneles de puertas son de una calidad realmente mala. La tapicería, por su parte, tiene un tacto y diseño muy agradables, pero se despega de la espuma de los asientos y paneles de puertas con facilidad y se rompe casi con mirarla.

Arrancamos el motor, que está frío, y nos obsequia con un sonido que no me gusta nada. Fobias personales, pero siempre me ha pasado cuando he puesto en marcha uno de estos Renault. Si no me equivoco, proviene del starter, porque pasados unos segundos desaparece ese “quejido” horroroso y queda el sonido normal del motor.

Una vez calentada la máquina, arrancamos y salimos a rodar. Lo primero que me llama la atención es la suavidad de todo el conjunto. El motor es silencioso y redondo en su funcionamiento, pero sube de vueltas con fuerza y rapidez. El taco de la dirección, de la caja de cambios y el embrague es similar al de un coche actual.

Circulando en autovía a velocidades legales o superiores (hay gente temeraria que lo hace, no es nuestro caso obviamente) el R-9 rueda aplomado y cómodo. En una unidad tan bien cuidada como la que estamos disfrutando, meterse 300 Km es tarea sencilla y no presenta ninguna contrapartida.

El tacto del coche no emociona, relaja. Si esperabas que este viejo ligón te fuera a llevar a mil y llevarte por el mal camino, tranquilo. Este canoso retocado te va a conquistar proporcionándote placer relajado, como el de un buen masaje. Recuerda que este coche estaba enfocado a lo que un tranquilo padre podía querer en los 80 para su familia.

La caja de cambios de cinco velocidades se entiende a las mil maravillas con el motor de cuatro cilindros y 1.721 cc de este TXE. Con 90 CV de potencia y un par de 138 Nm a 3.000 rpm, nos ofrece una aceleración 0/100 en 10,7 segundos y una velocidad máxima de 177 Km/h. El coche anda bien, sin más.

El Renault 9 TXE era una berlina bastante completa en su día. Su aspecto mejoró, a nuestro parecer, con el restyling llevado acabo en los FASE II. Perdió originalidad, pero estéticamente ganó en modernidad y algo de deportividad. Sus virtudes eran las buscadas por la marca: comodidad, amplitud y silencio de marcha. Si lo que buscas es eso en un clásico, El Renault 9 TXE es una buena opción.

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